lunes, 25 de octubre de 2010

Bas Jan Ader



“Ader se avienta en bicicleta a un canal en la Ciudad de Ámsterdam. Ader se cuelga de un árbol y se mantiene el mayor tiempo posible hasta que termina por caer en un río. Ader se sube a la azotea de su casa, rueda por el techo inclinado y cae al suelo; y así, siguen las caídas, una tras otra, en la calle, en el bosque, en el agua.

Bas Jan Ader plantea la caída como una metáfora existencialista. El ser humano, que es libre por naturaleza, utiliza esa libertad para provocar su propia caída y con ella caen ideologías, historias, tradiciones y hasta el alma misma.


Y hablo del alma no sólo como un simple referente, la obra de Ader es un trabajo que se desarrolla a partir del uso de su cuerpo, como objeto y sujeto de su trabajo. Dentro de las más antiguas y difundidas concepciones filosóficas del cuerpo encontramos aquella que lo considera como el instrumento del alma. Hablar del alma hoy puede resultar un tanto arcaico, actualmente el alma es entendida en términos de conciencia y ésta ha servido a menudo para presentar nuevos ideales o reglas aún no aceptados por la moral corriente. Se ha recurrido a la conciencia para sostener la insurrección y la lucha contra la autoridad o para mostrar el carácter de lo incierto de las tradiciones, creencias e ideas constituidas.







Ader se avienta y cae, con su cuerpo y con su pensamiento, en una muestra de libertad plena, ausente de condiciones o límites y así, manifiesta su libertad, consistente en la capacidad de actuar o no como consecuencia de su elección.

Es muy difícil reconocer las influencias o conexiones que Ader tuvo en el tema de la caída. Muchos artistas del performance, el teatro y la danza en la década de los 60 experimentaron con caídas reales y ficticias… La diferencia con la obra de Ader es que éste presenta una mezcla de ironía y romanticismo dramático. Combina la comicidad al estilo Buster Keaton con la exaltación de su propia destrucción…”



La intensidad de su obra parece agrandarse por el hecho de ser un artista atrevido que desapareció misteriosamente a la edad de 33 años, cuando iniciaba la segunda fase de su obra In Search of the Miraculous.

Su búsqueda lo llevó a la muerte, un viaje que simbólicamente representaba la última afrenta, el riesgo de caer al vacío explorando los límites de una tierra plana y finita. Así, en el verano de 1975 se embarcó en un pequeño bote, se armó de provisiones e inició el trayecto que debería llevarlo desde Cape Cod, Massachussets hasta Falmouth, Inglaterra.

Pero Ader nunca llegó, a las pocas semanas de su partida se perdió el contacto con su embarcación y ocho meses después se encontró su bote a la deriva cerca de las costas de Irlanda; su cuerpo nunca fue hallado.



Ader dejó una obra breve y contundente, su trabajo ha sido influencia e inspiración para artistas contemporáneos que ven en el arte un viaje y un proceso de descubrimiento. Como Ader mismo expresó: “El mar, la tierra, el artista, tristemente saben que ellos, no serán más”.

Fuente-floresenelatico

viernes, 22 de octubre de 2010

El Surrealista Olvidado- Val Del Omar

José Val del Omar (Granada 1904 - Madrid 1982)
Creador de un talento artístico y tecnológico extraordinario, ''creyente del cinema'' e iluminado por unos nuevos horizontes que formuló mediante las siglas PLAT –que equivalen al concepto totalizador de Picto-Lumínica-Audio-Táctil–, Val del Omar fue contemporáneo y camarada de Lorca, Cernuda, Renau, Zambrano y otros nombres mayores de una Edad de Plata truncada con la Guerra Civil. En 1928 anticipó ya varias de sus técnicas más características, incluyendo el ''desbordamiento apanorámico de la imagen'' fuera de los límites de la pantalla y el concepto de ''visión táctil''. Dichas técnicas, y las del ''sonido diafónico'' y otras exploraciones en el campo sonoro, las aplicaría en su Tríptico Elemental de España, iniciado en 1952 y sólo concluido póstumamente. Pues su obra y su tenaz actividad investigadora –a contrapelo de la incomprensión y el olvido– no empezaron a ser redescubiertas hasta poco antes de su muerte, siendo en cambio el principio de un renacimiento que sigue ganando adeptos. ''Sin fin'' como él ponía al término de sus films